uN MURAL EN NIEVA DE CAMEROS

1 DE SEPTIEMBRE DE 2022

Durante la segunda quincena de agosto, he estado realizando un mural infográfico participativo en Nieva de Cameros, un (cada vez más) pequeño pueblo de La Rioja. Con el buitre leonado como protagonista indiscutible, el mural vertebra un proyecto desarrollado por ADALAR y subvencionado por el Gobierno de La Rioja. A través del él hemos querido desmitificar a los buitres y conectar a la gente con su entorno.

nieva de cameros: un lugar de cuento

Nieva de Cameros es un municipio de La Rioja, situado cerca del río Iregua, en la comarca del Camero Nuevo. Cuenta con 89 habitantes de empadronamiento, según el INE, en 2021… Pero cabe decir que esto incluye también a quienes viven en Montemediano, una pedanía a apenas unos kilómetros de Nieva.

Nieva es un pueblo de ganadería, huertos y caza. Un compendio de actividades tradicionales relacionadas directa o indirectamente con la naturaleza y la biodiversidad, porque no pueden evitarse, si bien cada una desde su propia perspectiva.

Las características de Nieva de Cameros la hacen perfecta para albergar una gran colonia de buitres leonados justo detrás del mural que hemos estado pintando.

No es difícil encontrar a personas subidas en sus bicicletas de montaña, preparadas para ascender y descender los recorridos, habilitados muchos por sus propios practicantes. Tampoco queda atrás la micología, la recogida de setas, en entornos tan húmedos como estos; ni el senderismo o la escalada, por lo escarpado del terreno.

Pero, si algo concierne sobre todo a este proyecto, es la observación de aves. En muchos sitios hay que ir a buscarlas, pero aquí vienen a ti. Nada más llegar te encuentras con la subida al castillo, restos de una construcción relacionada, según parece, con ascendentes de los Condes de Nieva del siglo XV. Igual hay un acceso más sencillo, pero yo seguí unas marcas que me llevaron por piedras para las que, a veces, tenía que utilizar también las manos. En un momento llegué a lo alto de un peñasco desde el cual aluciné: los buitres volaban cerca, muy cerca. Podía oírse su batir de alas. Eso, lo reconozco, me hace conectar muchísimo conmigo misma, porque es una de las experiencias que me han acompañado de siempre (como podéis leer aquí). Sin embargo, algo que he oído menos veces es su chillido, ¡y desde ese lugar también podía oírse!

Poco después me enteré del camino que llevaba al cementerio nuevo, desde donde se les veía posados en los cortados, tomando un sol del que yo, tras horas subida en la máquina elevadora, huía. Pero esa imagen, con los buitres a apenas unos metros, posados y relajados, entre el verde que había mirase donde mirase, me reconstruía.

Luego estaban sus calles y sus casas. Casas bajas, calles estrechas, todo de piedra y madera barnizada, con flores cuidadas, hecho con mimo. Recovecos en cuesta entre los que poco a poco empecé a orientarme. Un bar que me dejó trabajar en el ordenador, entre colacaos, patatas mansas y partidas de mus, el día de lluvia. Una sala que era ludoteca por las mañanas, lugar de encuentro de las personas mayores por la tarde y cine del pueblo por la noche. Y personas que sacaban sus mesas y sus sillas a la calle para cenar, hablar con otras familias y, simplemente, estar, mientras las niñas y los niños se iban a la plaza a jugar hasta que las campanas de la iglesia dieran las doce de la noche.

el frontón municipal

El frontón es el lugar de encuentro de casi todo el mundo. Y mira que el año pasado hablaba de ello cuando hice el mural de Medrano, pero esta vez me he dado aún más cuenta de ello. Y me he preguntado qué hacemos en Madrid para tener cohesión en los barrios y, desde luego, la respuesta es muy diferente. El frontón nunca estaba vacío: si no es una cuadrilla es otra y, si no, familias enteras que se juntan con otras familias y se ponen a pegar raquetazos. Raquetas casi más grandes que algún que otro niño que subía hasta allí con toda su ilusión.

El frontón original era un murito de piedra. Hace más de veinte años, el muro se amplió con hormigón, convirtiéndolo en una mole que no estaba nada integrada en el resto del paisaje y que llamaba la atención solamente para mal. Durante todo este tiempo, se ha intentado arreglar, disimular y maquillar, pero sin encontrarle una solución.

Ese muro era parte de la identidad del pueblo. Y ese muro tan feo necesitaba algo para que el pueblo se sintiera más orgulloso de todo lo que había ahí. Pero no solo eso.

el buitre leonado: un emblema

El buitre leonado es un ave rapaz de hábitos carroñeros. Su nombre científico es Gyps fulvus, del griego «buitre» y del latín «rubio rojizo», como el color del león.

Es un ave que mide entre 95 y 110 centímetros de longitud y que, con las alas abiertas, puede alcanzar los 265 centímetros de punta a punta. Su plumaje es ocre y marrón casi negro en las plumas timoneras de la cola y en las rémiges de las alas. Su pico, en forma de gancho, es fuerte y robusto, lo que lo convierte en la primera carroñera en llegar al cadáver a desgarrarlo y despedazarlo.
Sus patas son débiles y tienen unas uñas romas, sin afilar, lo que les impide apresar a víctimas vivas: todo su organismo está adaptado a aprovechar los restos de animales ya muertos.
Su cabeza, asimismo, cuenta con plumón corto para introducirla en el interior del cadáver y que sea más fácil de lavar después. Presentan también una gola blanca, formada por filoplumas alrededor del cuello: esta gola es blanca y algodonosa en adultos y desflecada en jóvenes. Su iris es amarillo ambarino en adultos y negro en jóvenes; al igual que el pico, que también es más oscuro en adultos; pero al contrario que las plumas dorsales, algo más claras en adultos.

Vive en zonas montañosas de paredes verticales altas y rocosas, cerca de valles donde pueda iniciar sus vuelos con corrientes térmicas ascendentes. Aunque se distribuye por otras zonas de Eurasia e incluso África, en España se establece casi el 90% de la población europea de esta especie y en La Rioja encuentran su entorno perfecto en los valles del Najerilla, del Iregua, del Leza y del Cidacos.

La naturaleza ganadera de Nieva de Cameros, así como su geografía de cortados escarpados, facilitan la presencia de colonias de buitres leonados en los alrededores e incluso los interiores, ya que la carroña ha estado siempre ligada a estas actividades tradicionales. Sin embargo, y pese a que su anatomía se lo hace prácticamente imposible, aún hay quien piensa que los buitres atacan al ganado o incluso a las personas, polémicas y bulos que, muchas veces, se tratan tan mal en medios de comunicación que acaban afectando a la percepción que tenemos sobre ellos y eso a nuestras conductas. 

Por eso, las amenazas a las que se enfrentan los buitres leonados y las otras tres especies de buitres que pueden empezar a verse en La Rioja (alimoche, buitre negro y, recientemente, quebrantahuesos) están relacionadas con acciones humanas. La persecución directa con escopetas ha sido un factor muy importante hace unas décadas, aunque en la actualidad las princiales son el envenenamiento directo o indirecto, a través del veneno utilizado para alimañas o la toxicidad de algunos fármacos veterinarios como el Diclofenaco; las colisiones con tendidos eléctricos, aerogeneradores, avionetas o automóviles; las molestias en época de cría; o la reducción de la ganadería extensiva, que supone un menor número de reses muertas que sirven de alimento a los buitres.

Nieva de Cameros tiene a los buitres leonados como emblema en su grupo de BTT y, a fin de cuentas, es su compañía durante todo el año. ¿Qué mejor lugar para ser la base de la concienciación sobre el buitre leonado que este pueblo?

En nuestra cultura, los buitres están mal vistos. Su aparición en películas y cuentos como seres malvados, peligrosos, vagos, ladrones y aprovechados ha influido en la percepción que tenemos sobre ellos.

Estas ideas se extienden en el tiempo desde los bestiarios medievales, en los que se decía que son pecadores, porque sus hábitos alimenticios eran repulsivos.

Sin embargo, otras voces de la época lo asemejaban a Cristo, porque se pensaba que se reproducían sin cópula y estaban siempre limpios (aunque se alimentaran de cadáveres).

En otras culturas, el significado que adquieren también es muy diferente.

Por ejemplo, en la mitología celta, el buitre leonado está relacionado con el dios Lugh y los guerreros caídos en batalla eran dejados a los buitres, para que, así, alcanzaran antes al cielo y a los dioses. Si los buitres comían los restos del difunto, se unía el alma del guerrero con las deidades.

En la mitología romana, por su parte, parece que Rómulo y Remo utilizaron los buenos presagios producidos por el vuelo de los buitres para fundar Roma. Remo vio pasar 6 buitres, y Rómulo vio pasar doce.

En otras culturas, como la de los clanes de Tsunami, simbolizan la dignidad, la perseverancia y la paciencia.
Aunque a veces, unida a esta creencia y a la de que tienen poderes sobrenaturales, está la práctica de matarlos para utilizar partes del buitre (como el cerebro) en medicina tradicional, como en algunos países africanos.

Por último, en el antiguo Egipto, aparece decorando las representaciones de Cleopatra, como símbolo de sabiduría.

participación social y conservación: los ejes del proyecto

Espero que no te hayas dormido al leer toda esta información sobre los buitres leonado. Pero, si has llegado hasta aquí y todavía continúas, desde luego habrás podido ver que no es fácil hablar de estas cosas y mantener la atención en todo momento.

No sirve de nada pintar un buitre leonado si la gente piensa que es un águila. No sirve de nada pintar un mural en un pueblo que no conocía… si sus habitantes no lo sienten como propio. Así que la participación en este mural puede distribuirse en varios tipos:

1. Taller inicial

El sábado 20 de agosto vino ADALAR a hacer una charla sobre aves necrófagas donde nos explicaron todo lo que pudieron sobre los buitres. Luego, fuimos a verlos. Después de comer, hicimos un taller familiar para reconocer las siluetas en vuelo y los colores de los buitres principales... ¡y acabamos haciendo algo parecido, pero en el mural! Fue un día precioso.

2. Taller intermedio

El día 24 vino TVRioja a grabarnos en acción. Le contamos en qué consistía el proyecto y por qué era «infográfico». Además, todas las niñas y los niños del pueblo vinieron a aprender a pintar un buitre y dejarlo plasmado en la pared.

3. Taller final

La última acción participativa del mural fue un taller esa misma tarde del día 24. Esta vez, fueron muchas las personas adultas que se atrevieron a quitarse la vergüenza y el miedo y a dejar su huella en el mural, en forma de letras, colores y flechas. Una experiencia que, aunque de primeras imponía, siempre acaban celebrando.

4. INAUGURACIÓN

La víspera de mi marcha, el mural ya estaba terminado. Así que juntamos a todo el pueblo para que quienes habían participado en los distintos talleres del proyecto contaran al resto de la gente qué habían hecho y aprendido. Fue un momento muy bonito y emocionante. ¡Un cierre perfecto para las dos semanas de pintura mural!

Ahora, además de haber integrado un poquito más esa mole de hormigón del frontón, también hay un montón de información contada de manera visual en la que mayores y peques han podido dejar huella. Siluetas en vuelo coloreadas por la gente para aprender a identificarlos, textos que desmitifican, importancia ecológica esquematizada, amenazas traducidas a dibujos y un montón de buitres pintados con la imaginación de los niños y las niñas de entre 2 y 12 años. Todo conforma un recorrido infográfico al que poder acercarse, entrando por la puerta por la que se llega al frontón, para verlo muy de cerca.

Galería

¡no solo ha habido murales!

El mural no tendría sentido sin el resto de actividades que han ido llevándose a cabo gracias a ADALAR, El Ninja Verde y Aventuras Barbudas. Por ejemplo, se ha hecho un taller sobre fitosanitarios para poder mejorar los huertos de la gente del pueblo. También ha habido un taller de plantaciones responsables para reconstruir el desastroso paisaje de una escombrera. Se han elaborado algunas cajas nido para ayudar a ciertas aves (mientras aprendemos a no cargamos sus nidos naturales). Los insectos también han tenido sus propios hoteles, a la vez que se ha hablado de polinizadores. Y algo que personalmente me encanta:  unas jornadas de educación ambiental invertida en las cuales Montemediano ha bajado los famosos Objetivos de Desarrollo Sostenible a su realidad y ha propuesto y llevado a cabo acciones para solucionar sus problemas.

Las emociones tras el mural

Los resultados están genial. Pero detrás de ellos se esconden muchas cosas y ya sabéis que siempre intento hablar de ellos. En este caso, detrás del mural final hay bocetos que hubo que borrar porque me pasé de ambición y desoí lo que lo acababa de entender: ¿cómo que la grúa no podía llegar al final de la pared? Vamos a intentarlo…

También hay prisas en algunos momentos, cambios de ideas, reorganización de las tareas. Hubo que empezar por otro sitio, hubo que acabar pronto con la sorpresa y mi vergüenza, de nuevo, me ha impedido hablar más con la gente del pueblo. Y eso que he conocido a muchísimas personas por su nombre, he comido y cenado con ellas y me han abierto la puerta de sus casas para lo que necesitara. Y no puedo estarles más agradecida: ojalá hubiera podido aportar más para compartir más momentos así. Desde luego, estos proyectos, desde fuera y sin integrarse realmente en el día a día de las personas que están allí, pierden casi todo el sentido.

Sin embargo, si algo tengo que destacar de todo el proceso, es la compañía y el equipo. Acostumbrada a trabajar sola, a veces me siento solitaria, insegura e indecisa. Por ello, tener a alguien como El Ninja Verde, llamándote continuamente para ver cómo estás y qué necesitas, para tranquilizarte en momentos de crisis y para pensar conjuntamente los talleres que, sin haberlo planeado, casi hicimos juntos, fue una maravilla. Así que, como sé que me estás leyendo… gracias de corazón. Por los bollitos de Ángel, digo.

¿Quieres más información?

Murales entornados es un proyecto de intervención psicosocial que utiliza el mural científico e infográfico como vía para el cambio socioambiental. Mediante técnicas participativas y talleres dinámicos, implica a la población en su ideación, diseño y ejecución, con la intención de que se sienta parte del proceso y del resultado, de que aprenda sobre las especies escogidas a través de la observación y de que se apropie, y por lo tanto cuide y proteja, ese espacio y esa biodiversidad en el futuro.

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