UNA CERNÍCALA HA APARECIDO EN MEDRANO

28 de agosto de 2021

Este verano, la cara de una hembra de cernícalo vulgar (Falco tinnunculus) ha ocupado la fachada del frontón municipal del pueblo riojano de Medrano. Así es cómo las vecinas y vecinos que pasaban cada mañana frente a esas paredes descubrieron una especie sobre la que, gracias a varios talleres participativos, ahora saben más que nunca. Esta iniciativa, integrada en un proyecto de educación ambiental de ADALAR, reúne arte e intervención comunitaria para, colectivamente, dotar de un nuevo elemento identitario a un pueblo de personas demasiado majísimas.

Medrano: de no ubicarlo en el mapa a no querer irme

Medrano es un pueblecito del norte de La Rioja, a unos 17 kilómetros de Logroño. En su censo constan cerca de 350 habitantes, que, como es habitual, aumentan bastante durante el verano… ¡pero algo más raro es que también aumenten en general!

Al contrario que la tendencia del mundo rural, la población de Medrano ha ido creciendo y rejuveneciéndose en los últimos años. Las niñas y los niños revolotean por sus amplias calles y el resto de vecinas y vecinos se sientan en los bancos de la plaza o del parque para pasar el rato.

Medrano es de estos pueblos en los que tienes que saludar a todo el mundo. Y no por obligación o porque vayas a quedar mal si no lo haces… sino porque te apetece, porque no puedes evitarlo, porque detrás de sus mascarillas hay personas que te invitan a integrarte y a permanecer allí durante todo el tiempo que haga falta.

Medrano tiene casas grandes, cada una con una fachada de un color diferente. También tiene parcelas con huertos y tractores surcando sus calles. Avanzando un poquito más hacia las afueras, son vastas las extensiones de viñas, todas verdes en la época pre-vendimia en la que yo fui. Mientras tanto, hacia el otro lado, el campo conecta con las bodegas, unas construcciones subterráneas con su lagar y sus botellas de vino enmohecidas por la humedad y los merenderos donde las familias y las amistades se reúnen siempre que pueden. Y, a su lado, un mirador, realizado hace poco tiempo gracias a ADALAR y mantenido con tesón por las personas que valoran ese lugar con vistas privilegiadas a su pueblo y todo el verde a donde alcanza la vista.

Ah, y abejarucos volando y cantando, aviones roqueros anidando en el polideportivo y águilas calzadas volando al ras de los tejados.

el frontón municipal

Desde el mirador de Medrano se ven esas casas de fachadas de colores suves y tostados, las extensiones de viñas y algunos de los huertos que conectan los caminos de por aquí y de por allí. Y también se ve un edificio que sirve de nexo, para el propio pueblo y para las personas que llegan de otros pueblos para hacer uso de él: el frontón municipal.

En su fachada exterior es donde estuve trabajando durante tantas horas estos días de agosto de 2021. Ahí plantamos mi sede, la grúa que me subiría por los aires y las brochas que me acercarían a la pared. Ahí crecieron los cernícalos vulgares, ahí salió el retrato de ojos grandes que puede verse desde las bodegas y desde el mirador, dando a la gente un tema de conversación más en sus paseos a ver el atardecer o en sus noches de comida y vino.

Ahora ya saben qué es un cernícalo vulgar

El cernícalo vulgar es un ave de la familia de los halcones, por eso comparten parte de su nombre científico (Falco tinnunculus, a lo que volveremos después). Tiene una longitud de entre 31 y 37 centímetros y con las alas abiertas puede medir hasta 78 centímetros. Esto lo convierte en una de las rapaces diurnas de menor tamaño de la península, solo por delante del cernícalo primilla y del esmerejón.

Presenta bastante dimorfismo sexual. Las hembras, algo mayores y con más peso que los machos, son de un color pardo más homogéneo en todo su cuerpo, con tonos ocres en el pecho y en el vientre y motas oscuras. El macho, por su parte, tiene el dorso rojizo y la cabeza grisácea, con unas mejillas blanquecinas en las que las bigoteras negras destacan bastante más que en la hembra. Ambos sexos tienen motas oscuras, así como uñas negras en vez de blancas, lo que nos ayuda a distinguirlo del cernícalo primilla, otra especie mucho más amenazada.

Aquí, sin embargo, el cernícalo vulgar está presente todo el año. Es una de las rapaces más frecuentes en gran parte de Europa, si bien en el norte no suelen residir, sino criar, para desplazarse hacia el sur en la temporada invernal. En estas invernadas, también pueden llegar a África tropical y Asia meridional, aunque hacia septiembre u octubre vuelven a subir a Europa.

En cualquiera de estos territorios, podremos ver cernícalos vulgares siempre que haya regiones abiertas, pastizales y áreas cultivadas y en barbecho cerca.

En estos cielos estará dando pequeños vuelos en círculo y cerniéndose sobre un eje horizontal, inmóvil pese al viento, con la cola abierta en abanico para compensar la corriente. Desde ahí,  a una altura de entre 10 y 20 metros, vigilará el suelo, en busca de topillos de campo y otros micromamíferos, saltamontes y otros grandes insectos, lagartijas y otros pequeños reptiles y ranas y otros anfibios. Una vez encontrada su presa, plegará las alas y se lanzará en picado hacia ellas, rematándola con un picotazo y volviendo a alzar el vuelo para comérsela desde algún poste o torreta cercana.

Todavía son muy comunes, pero, si siguen alterándose sus hábitats, poco a poco dejarán de serlo.

Estos vuelos en picado también son característicos de los cortejos, que preceden a un apareamiento ruidoso en algún sitio cercano al nido. Serán entre 3 y 6 huevos los que la hembra ponga en el nido y será ella, sobre todo, quien los incube durante 27-29 días hasta que nazcan unos polluelos de plumón blanco que necesitarán el calor materno los primeros días. Al mes darán sus primeros vuelos y, más adelante, los jóvenes podrán dar vuelos de hasta 400 kilómetros para acabar independizándose.

En esos vuelos, buscarán nuevos territorios. Pero cada vez les costará más dar con lugres óptimos para ellos. Sus hábitats están alterándose, están destruyéndose. El abandono o la intensificación de la agricultura está haciendo desaparecer barbechos y linderos.

El hecho de que se suspenda en el aire le da el nombre común de cernícalo. Pero su nombre científico también tiene un significado muy curioso.

Tradicionalmente, los halcones han sido considerados un símbolo de poder y de realeza. Ligados a la cetrería, los nobles cazaban con ellos como deporte y diversión. Los cernícalos pueden incluirse en esta categoría, aunque el poderío que se les atribuye puede ser algo menor. En Persia y Arabia, eran utilizados para atraer y capturar a otras aves de presa o para entrenar galgos en la persecución de gacelas.

Su nombre científico, Falco tinnunculus, es, como estamos viendo, bastante descriptivo. Falco proviene de halcón y hace referencia a unas garras en forma de hoz. Tinnunculus proviene de la palabra tintineo y alude al característico reclamo tintineante de la especie. Un «ki kii ki kii» que resuena al sentirse amenazado. Tal vez recuerde a una campanita o tal vez al crepitar del fuego… de esta segunda versión viene el término francés créssele, que dará origen al inglés kestrel.

Sin duda, es su característico cernir lo que le da la mayoría de nombres (como el cernícalo castellano). Pero también las lenguas vernáculas de nuestra geografía están repletas de apelativos: bailadera, bailarín, cernemico, engañabobos, engañapostes, gavilucho, gavilucho grillero, lagartijero, milano, peneirín, pinairín, piñeirina, zarícalu, aguililla, primilla o halconcillo de las torres.

participación social y conservación: los ejes del proyecto

Toda esta información puede hacerse un poco pesada. De hecho, es posible que hayas dejado de leerla o te hayas saltado cachos hasta llegar aquí. ¿Cómo podemos hacer que la gente conozca a esta espectacular especie, tan común en nuestro entorno, sin que se quede dormida? Haciéndola partícipe… y picando su curiosidad. 

No sirve de nada pintar una cernícala vulgar si la gente piensa que es una lechuza. No sirve de nada pintar un mural en un pueblo que no conocía… si sus habitantes no lo sienten como propio. Así que la participación en este mural puede distribuirse en varios tipos:

1. Taller inicial

A mi llegada a Medrano, me dejaron un pequeño espacio para hablar de cómo iba a ser el proyecto y de cuáles eran los objetivos. Hicimos varias dinámicas en las que mayores y menores reflexionamos sobre por qué preferimos unos animales nohumanos sobre otros y por qué el cernícalo vulgar podría convertirse en una seña de identidad del pueblo.

2. Charlas paseantes

Durante la semana, la gente se paraba a saludar y a mirar qué estaba haciendo. Aprovechábamos para hablar, para que expresara su opinión y para que dijera qué especie pensaba que era y por qué. Juntas llegábamos a conclusiones sobre qué habría que ajustar en el mural y qué información priorizar en la infografía.

3. Taller intermedio

Todos los días, las y los niños de la ludoteca pasaban por enfrente y sus dudas iban en aumento: ¿qué sería ese pájaro? Así que cogí mi papel continuo y los rotuladores y, con mis pintas de pintante, aprovechamos para cotillear y reconducir la percepción social que tienen sobre la fauna y los hábitats de su alrededor. Sus letras pondrían título al mural.

4. Taller final

Una parte de la pared estaba reservada para que la comunidad hiciera lo más divertido de todo: mancharse las manos. Nietos, madres, abuelas y amigos se juntaron alrededor de las paredes, los pinceles y el papel para experimentar, desarrollar la psicomotricidad y la paciencia y perder el miedo a que algo no quede tan bien como nos gustaría.

Ahora hay cuatro siluetas colectivas en el mural, las firmas de un montón de gente en una esquina y el conocimiento de qué es qué para poder contárselo al resto del vecindario. Pero no solamente eso. Ahora también tienen la atención puesta en la caja nido de cernícalo vulgar que corona el mural: una caja nido que hicieron con sus propias manos y que tal vez, con suerte, algún cernícalo encuentre en medio de un vuelo de nomadeo y se convierta en nuevo vecino del municipio. De nuevo, arte y psicología para conservar la biodiversidad.

Las emociones tras el mural

Ya sabéis lo que me gustan los procesos, las cosas que no se ven, las cosas que no se dicen. Y en un trabajo tan largo y tan profundo, hay puñados y puñados de emociones, de dudas y de fluctuaciones. Este mural ha sido todo un desafío: nunca había pintado tan grande ni tan simétrico ni tan alto ni con tan poco margen de maniobra. Y, sin embargo, esta vez puedo decir que lo he disfrutado muchísimo.

Ha hecho frío y también me he quemado por el sol. Se ha estropeado la máquina y he tenido que reconfigurar el plan varias veces. La pintura no funcionaba como esperaba y ha habido que improvisar ajustándose a los nuevos tiempos. He trabajado demasiadas horas seguidas, pero no he sentido agobio, sino ilusión, de ver que estaba en tiempo, de ver que podía organizarlo y de que contaba con el apoyo diario de las personas que se paraban a decir que le estaba dando vida al pueblo. Tal vez solo se me infle el ego, no lo sé, pero creo que eso me hace estar mucho más contenta del resultado y de los procesos y que, por una vez, el ojo crítico de la autoexigencia se dé por satisfecho.

Ahora bien: he aprendido muchas cosas. Siempre puede mejorarse. Y siempre surgen ideas nuevas que ya se pondrán en práctica en el futuro. Gracias a estos aprendizajes hemos  podido hacer este mural. Gracias a los aprendizajes de este mural, podremos hacer el siguiente.

Así que gracias a todas las personas —de la asociación, de Medrano, de amistades y familiares que estaban al otro lado del móvil, de quienes me han dado cama, comida, desconexión y risas por las tardes— que me han hecho querer volver a La Rioja.

Galería

Algunas reacciones en redes

Y tú, ¿qué opinas?

Valor seleccionado: 5

Cuéntame tu experiencia, qué es lo que más te ha gustado, qué partes crees que podrían mejorarse o cualquier otro asunto que se te ocurra. ¡Incluso si no participaste en el mural pero has leído esta entrada! 

Compártela en twitter: