milano real

Milvus milvus

Este encargo fue muy bonito. Me lo pidieron con mucho amor y respeto, y así intenté llevarlo a cabo. No es la postura que habitúo a pintar y, sin embargo, me encantó descubrir las plumas del cuerpo y distinguir todas y cada una de las plumas del ala de esta especie tan bonita como importante culturalmente. La ilustración es de pintura acrílica sobre papel din-A4 (29,7 × 21 cm.) de 300 gramos y me llevó aproximadamente 8 horas solo pintarlo. Ahora está en la pared de dos personas que no pueden ser más simpáticas y apoyarme más en este proyecto ♥

Su cuerpo es de un color marrón rojizo, con estrías negras. Su cabeza, de un pálido grisáceo, también tiene finas estrías oscuras. Sus ojos son amarillos brillantes, muy claros, casi blancos. Y su pico, ganchudo como el de cualquier rapaz.
Sus alas son largas y presentan un parche blanco en la parte interior: esto es lo que más destaca, en comparación con las puntas negras, acabadas en cinco primarias externas que parecen dedos —en lugar de en seis, como sucedería en el milano negro—.
Estas alas son las que hacen que su envergadura llegue a los 165 o incluso 170 centímetros. Y, sin embargo, su peso es bastante inferior a lo que podría esperarse: apenas 1 kilo de huesos, órganos y plumas.

Con este kilo se aventura a migrar desde el norte de Europa hasta el sur, llegando a Francia y la Península Ibérica a pasar el invierno y volviendo a partir entre febrero y abril. Pero hay parejas que residen en estos terrenos que co-habitamos durante todo el año: estas criarán en arboledas y bosques de hoja ancha. A menudo sobre la base de un nido viejo ajeno, allí construirán su propio nido decorado con cualquier material que encuentren: papel, plástico, harapos… Shakespeare, en su obra «Cuento de invierno» de 1611, hace referencia a esta búsqueda de materiales, tildándolo de ladrón. Aunque no será el único que le atribuya esta fama: Esopo hablará de lo malas que son la vanidad y las mentiras en las moralejas de un par de fábulas que tienen al milano real como protagonista.

Su dormidero siempre estará cerca de áreas abiertas, cultivos y pastos, donde buscar comida. Aunque de vez en cuando pueda alimentarse de pequeños mamíferos, aves e invertebrados cazados por ellos mismos, son principalmente carroñeros. Por ello, históricamente se le ha asociado a los pueblos y las ciudades, las cuales sobrevolaban exhibiendo su silueta de cola ahorquillada y ayudando a mantener las calles limpias.

Pero, pese a esta dieta carroñera, su apariencia de grandes garras y pico ganchudo era suficiente para añadirle la fama de perjudicial. Así que ha sido perseguido directamente durante mucho tiempo por parte de cazadores, por supuestos daños a la caza menor; o por agricultores de Gran Bretaña, donde el milano real es un bello emblema de sus aves de rapiña. La electrocución y la colisión con tendidos de alta tensión y aerogeneradores, la deforestación y pérdida de hábitats de nidificación, los atropellos o el robo de huevos han sido y son otras de sus amenazas.

Pero, hoy en día, el principal problema al que tienen que enfrentarse es el veneno. Por un lado, los cebos envenenados son originalmente destinados a depredadores del ganado o de presas de caza (zorros, lobos, etc.), pero nadie puede controlar quién acaba comiendo esos cebos. Por otro lado, los pesticidas y rodenticidas pueden llevar a un envenenamiento indirecto y/o secundario cuando los milanos reales se alimentan de algún roedor envenenado.

En definitiva, sus poblaciones ahora no ostentan las cifras que ostentaban años atrás. En España se cataloga como «En peligro» y a nivel europeo como «Casi amenazado».

Y es que no podemos notar lo que falta si no nos damos cuenta de que existe. Y, por ello, hay un pequeño primer paso muy importante: conocer, prestar atención y valorar a esas especies de vuelo ligero que son tan fáciles de distinguir en cualquier cielo.

¡Hay milanos reales en la tienda!

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