arrendajo azul

Cyanocitta cristata

No suelo pintar especies que no puedan verse en España: ya sabéis que mi intención siempre es cambiar nuestra forma de relacionarnos con la biodiversidad local. Pero hay veces que, detrás de un encargo, se esconde un motivo al que es difícil decir que no: al fin y al cabo, también quiero recuperar esas historias, esas experiencias, esos anhelos arraigados en las culturas. Así que el pincel fluyó por el din-A4 de 300g.y, tras unas 7 horas de que la pintura acrílica se deslizara sobre el papel, el ojo de este arrendajo azul cobró vida. La ilustración original todavía la tengo en mi cajón, pero un gran print voló a la habitación de Héctor el mismo día en que exponía un montón de fotos suyas.

Los arrendajos azules son aves forestales que suelen vivir entre robles y hayas. Pero son tan flexibles que no es nada difícil verlas en entornos urbanos de Norteamérica. Allí es muy habitual tener comederos para pájaros en esos espaciosos jardines y no son pocas las veces que, de repente, llega un arrendajo azul, con su córvida inteligencia y con su posiblemente exagerada violencia, espantando a otros pájaros, para comerse las semillas del comedero. Esto y sus insistentes y estridentes llamadas son la excusa perfecta para que las vecinas y los vecinos le tengan más tirria que a otras aves.

Sin embargo, sus llamadas son muy importantes. Normalmente, los arrendajos azules viven con una pareja monógama en un mismo territorio todo el año —aunque durante las misteriosas migraciones diurnas al sur, pueden juntarse un par de centenares.

Si bien no defienden este territorio como tal, sí lo hacen con su nido. El macho y la hembra suelen construirlo en un arbusto o árbol alto y frondoso, con raíces, corteza, musgo, barro y plumas, e incluso con papel si se encuentran en un entorno (así de tristemente) humanizado. Ante la llegada de intrusos o depredadores, comienzan a chillar y pueden imitar a aves mayores. Así, aunque a veces molesten a otras especies, incluida la humana, también avisan de la presencia de depredadores a otras aves vulnerables. La cresta puede ayudarnos a reconocer estas alarmas: al igual que nuestra abubilla, se yergue cuando está molesta o alertada y se baja totalmente cuando está asustada, comiendo o en reposo.

Otra de sus malas famas la ganaron algún día que comieron un huevo o un polluelo ajeno. Se dice que, por ello, son aves tramposas y sucias. Sin embargo, eso casi nunca ocurre: las bellotas, otros frutos secos y las semillas constituyen casi la totalidad de su dieta. De hecho, también es habitual que las almacenen, así como que se olviden de ellas, de forma que contribuyen a la dispersión en esos bosques, cuya extensión, en cambio, cada vez se ve más mermada por la tala y la quema.

El arrendajo azul es una de las aves americanas que antes pudieron conocerse en Europa, gracias a una ilustración de acuarela que hizo John White en el siglo XVI. Ahora, en cambio, lo tenemos presente en el logo de twitter, según su diseñador (aunque otros miembros de la compañía defienden que es un monarca nuquinegro o un azulejo de las montañas). Pero, evidentemente, su mayor simbología se queda al otro lado del charco. Equipos de béisbol profesionales y equipos universitarios de baloncesto y de fútbol lo escogieron como emblema. También forma la imagen de algunas empresas y es el ave preferida de distintas islas y estados de, por ejemplo, Canadá.

Se ha representado desde hace siglos en distintas culturas. Como ave que es, simboliza la transmisión de mensajes entre dimensiones en las culturas celtas. Por almacenar alimento, también simboliza la previsión y la planificación del futuro. Por olvidar dónde almacenó el alimento, se dice que son las almas de los druidas, plantando semillas sagradas de los robles centenarios. Por emitir tantos sonidos diferentes, también se dice que representa la comunicación, lo que, además, se refuerza porque su color es azul, como el chakra, casualmente, de la garganta. En algunas culturas nativo americanas, como la de la tribu Chinook, el arrendajo azul se personifica en el héroe que, pese a ser héroe, tiene el arquetipo del ser tramposo y mentiroso, cotilla, ruidoso, arrogante y egoísta. Normalmente es hacia el ser humano, lo que tiñe su papel de humor y de descuido, como en este pequeño cuento adaptado, «Cómo el sol fue robado»:

Esta es la historia de un jefe que tiene el sol guardado en una caja, secuestrado para sí. Asimismo, es la historia de un individuo que se disfraza de viejo esclavo del jefe. Y también es la historia de un amigo del jefe, que para hacerse querer, hacerse escuchar y hacerse notar, miente. Mentira tras mentira, ese amigo acaba legitimando al viejo disfrazado, hasta que este se gana también la confianza del pueblo. Y, con esa confianza en su joroba, el viejo esclavo, que no es esclavo ni es viejo, abre la caja y libera el sol.
Mientras el jefe recrimina las mentiras al amigo, el esclavo sale corriendo, volviendo a su propio pueblo hasta ahora frío y oscuro, gritando que por fin el sol será de todos los pueblos y no de un solo hombre, quien también mantenía a su propio pueblo frío y oscuro.

El amigo mentiroso, por supuesto, es Bluejay. Pero el contexto es tal que, al menos con la interpretación que podríamos hacer desde nuestra perspectiva, decimos: «¡menos mal que estaba ahí!».

Sea como sea, el arrendajo azul, igual que tantos otros, no es solamente un bonito pájaro azul. Es un pájaro protagonista de muchas representaciones sociales, muy presente en el día a día de las personas norteamericanas y, por tanto, a la par que desdeñado, muy alabado.

¡Hay arrendajos azules en la tienda!

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